Análisis de la Encuesta Bolivia de la CELAG (noviembre 2023)

Desafío para la oposición boliviana hacia 2025: plantear una candidatura que se muestre como alternativa de construcción de país, con un proyecto más convincente que el statu quo, y que lleve al primer plano del debate público los problemas reales de la ciudadanía.
Los resultados de la Encuesta Bolivia, noviembre 2023, de la CELAG, corroboran lo que vengo sosteniendo: Si no basta con deterioro económico para crear una mala percepción de la gestión de Arce, mucho menos con antimasismo. El desafío para la oposición es mostrar que puede haber alternativa mejor. Si en las últimas dos décadas, entre cuatro y siete bolivianos han votado alguna vez por el MAS, el antimasismo es la peor estrategia para atraer al grueso de los votantes. Nadie vende un producto haciendo sentir tonto a su cliente. Lo mismo ocurre con los votos. Por eso, una candidatura que apele a la unión —no sólo de la oposición, sino de la ciudadanía en su conjunto— tendrá más probabilidades de romper la hegemonía del MAS.
 
La imagen del Presidente Luis Arce se muestra resistente ante el desgaste desde distintos frentes. Conclusión: no basta con destruir. El desafío de la oposición es mostrar que puede construir, que es alternativa y convence más que el statu quo. La estrategia del bloqueo ciertamente desgasta. Sin embargo, con el aparato estatal en su favor, aun en dificultades económicas, podrá resistir reveses políticos más que cualquier otra candidatura. No basta, entonces, con apuntar a sus errores. La oposición debe formular y proponer soluciones concretas a los problemas de la ciudadanía. Aún tiene tiempo.

Que el enfrentamiento entre el Presidente Arce y el expresidente Evo Morales sea percibido como el conflicto principal, muestra que el MAS continúa dominando el debate público. El desafío para la oposición es llevar a primer plano los problemas reales de la ciudadanía. No es tarea fácil desplazar del debate público al partido hegemónico y poner sobre la mesa la realidad de la calle. No obstante, es esencial para presentar cualquier proyecto-país alternativo a la opinión pública. El trabajo de comunicación política será indispensable en este cometido. Comentarios sobre la división del MAS no sirven para imponer la agenda pública y mediática. La oposición debe plantear una ofensiva discursiva paralela a lo que sucede al interior del MAS. Cuando el conflicto interno termine de reventar, una narrativa ya hecha y conocida tiene más chances de pasar a primer plano.
 

En cuanto a la estrategia política en torno a posibles candidaturas: A la oposición no le bastará con un candidato. No hay tiempo para crear un caudillo. Se necesita una candidatura, es decir, un proyecto-país alternativo y convincente. El caudillismo funciona sólo desde lo nacional-popular. Estando éste copado por el MAS, un proyecto unificador y de base ancha, que abarque al menos desde la centro-izquierda hasta la centro-derecha democráticas, tendrá más chances de éxito. Casi por regla empírica, en tiempos de polarización, la candidatura más cercana al centro político tiene mayores probabilidades de vencer, pues es ahí donde se encuentran la mayoría de los votantes en una distribución normal. Experimentos extremos podrían fallar estrepitosamente.

Así, el desafío para la oposición boliviana hacia las elecciones del 2025 es poder plantear una candidatura volcada hacia la construcción de un proyecto-país y no apenas a la destrucción del MAS. Para asegurar su éxito, esta propuesta no puede girar en torno a un candidato. Una candidatura capaz de convencer como solución a los problemas de la ciudadanía, alrededor de los cuales debe crearse una narrativa que penetre en el debate público, tiene más probabilidades de éxito frente a la hegemonía del MAS. Esta candidatura, por regla empírica, deberá acercarse al centro político y tener carácter unificador más que de la oposición, de la sociedad boliviana en su conjunto. 

 

 
 
 

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